

En el marco de los festejos por el 142° aniversario de Pehuajó, una de las actividades más emotivas fue la recreación de “La noche de las palas”, llevada a cabo en el hall de la Municipalidad. Con una puesta en escena que invitó a revivir uno de los capítulos más difíciles —y a la vez más solidarios— de la historia reciente de la ciudad, la propuesta logró conmover al público y conectar pasado y presente con una fuerza conmovedora.
Palas reales, montículos de tierra y bolsas de arpillera listas para llenar fueron el escenario simbólico de una noche que quedará en la memoria de los asistentes. En momentos clave del espectáculo, se escuchaba el grito: “¡Se inunda Pehuajó!”, y decenas de personas ingresaban al edificio municipal para “dar una mano”, tal como ocurrió en abril de 1987, cuando el agua amenazaba con arrasar la ciudad.
La representación no fue solo una puesta teatral, sino una invitación a experimentar, aunque sea por unos minutos, lo que significó esa movilización histórica. Con participación activa del público, el acto se convirtió en un homenaje vivo a la entrega y compromiso de los pehuajenses.
“LA NOCHE DE LAS PALAS”
Emoción ante el recuerdo de la gesta colectiva que tuvo lugar en 1987, en medio de una de las peores inundaciones que atravesó el distrito. Con pueblos rurales anegados, evacuaciones masivas y el temor latente de perder la ciudad, la comunidad de Pehuajó decidió no esperar más. Más de siete mil personas se congregaron en la Plaza Dardo Rocha para exigir soluciones, y esa misma noche se organizó una acción de emergencia: vecinos y vecinas salieron con palas, bolsas y esperanza a construir defensas contra el agua.
Fue una noche sin descanso, donde cada esfuerzo valió por mil. Contra el pronóstico de Defensa Civil de la Nación —que sugería evacuar la ciudad en 24 horas—, Pehuajó resistió. Y con trabajo, organización y solidaridad, logró salir adelante.
EXPERIMENTAR EL MOMENTO
Ayer, a más de tres décadas de aquel episodio, la recreación de esta noche no solo honra a quienes estuvieron allí, sino que también transmite a las nuevas generaciones el valor de la unidad en los momentos más oscuros. Una actividad que no fue solo parte del aniversario, sino un acto de memoria activa. Porque la historia de un pueblo también se escribe con tierra, con palas… y con corazón.